domingo, 31 de julio de 2016


GOBIERNO FACINEROSO

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   Pedro Luis Echeverria
“ Todos los Estados bien gobernados y todos los príncipes inteligentes han tenido cuidado de no reducir a la nobleza a la desesperación, ni al pueblo al descontento”. Maquiavelo
¿ Qué siente usted, amigo lector, cuando constata a diario que el Estado venezolano no sólo incumple con el rol de velar por la paz, la justicia y la equidad, sino que, con gran desparpajo, se ha transformado en una institución promotora de injusticias, abusos de poder y hechos dolosos? ¿Qué piensa usted que debería hacer cuando comprueba que el Estado ha sido capturado por grupos delictivos y sectarios dispuestos a todo por conservar y acrecentar su poder?
Esto suele ocurrir, inequívocamente, cuando la situación histórica de un país se torna insostenible en diversos contextos y cuya manifestación es  de insoportable y extendida opresión del gobierno y de grupos de poder sobre los ciudadanos, aunado a una profunda degradación del modelo económico-social imperante. En efecto, el régimen que desgobierna a Venezuela ha venido  destruyendo todos los indicios y valores de un Estado de Derecho para transformarlo, sin el menor empacho, en un Estado que tiene todos los ribetes, en su forma de actuación, de las organizaciones delictivas. Al régimen no le importa que en este afán, la maquinaria del Estado caiga en las más flagrantes irregularidades e ilegalidades en las que envuelve a instituciones y a  sus funcionarios, y tampoco le importa que, en manos de estos delincuentes irresponsables, se haya desarrollado un  perverso sistema de coerción para manipular y controlar la  información y alimentarla con las más aberrantes mentiras y falsedades que pretenden ocultar, engañar, defender y justificar, ante la opinión pública, las ilegales prácticas de dominación del régimen.
Teniendo en cuenta que el súbito y creciente desenmascaramiento de los altos niveles de corrupción alcanzados por las autoridades y por los grupos de validos del régimen que ejercen altas funciones en las instituciones del gobierno, de la concupiscencia de los grupos vinculados al gobierno, de la atosigante y grave manipulación de los procesos electorales y del sistema de justicia que ha venido fraguando y permitiendo el régimen maduro-chavista; hechos, por lo demás, ampliamente conocidos por los venezolanos y comentados por la prensa y la opinión pública internacionales; entonces, debemos concluir, que todo esto  viene a convertirse en la gota que colma el vaso de la capacidad de aguante de la paciencia nacional en medio de un estado generalizado de malestar e indignación colectiva.
Tomando en consideración que en el ambiente se palpa que estamos transitando por  uno de esos momentos históricos de urgencia transformadora;   ¿resulta accidental que se muestre con tal crudeza, la putrefacción del sistema?. Parece que no. En la sociedad venezolana se vienen incubando movimientos absolutamente transformadores que, poniendo el énfasis en la urgencia del cambio, consiguen trascender más allá de la inmundicia, del acaparamiento y la codicia individual, para centrarse en el ser humano y sus necesidades -en la búsqueda de la verdad y del más amplio desarrollo individual y colectivo- y eso, indudablemente, ha venido ejerciendo gran influencia en la población que ya no cree en las reiteradas falacias gubernamentales. O será, acaso, que simplemente, estemos asistiendo a una “inoportuna” manifestación de la efectividad e independencia operativa de organizaciones defensoras de los derechos humanos y de combate a las acciones delictivas y de los  poderes judiciales extranjeros que investigan, denuncian y sancionan las irregularidades que se dan en Venezuela; o será que  obedece a una desesperada huída "quemando las naves" de servidores del régimen-Fiscal Franklin Nieves y otros, por ejemplo-; y/o a la confrontación entre sí, al más puro estilo mafioso, de las familias y clanes que se han venido repartiendo el botín gubernamental; o, sencillamente, es que el propio sistema se muestra ya incapaz de mantener cerrada por más tiempo la caja de sus vergüenzas?
La Venezuela maduro-chavista es un Estado facineroso. El funcionariado que le sirve y las camarillas de corruptos y depredadores que le acompañan, cuál aves de rapiña y actuando  con la complicidad  de las autoridades y usando impunemente la fuerza del estado, han amasado siderales fortunas derivadas, entre otros aspectos, del trafico de drogas y de armas, del blanqueo de dinero mal habido, del  contrabando, desfalco de dineros públicos, venta de credenciales falsas para ocultar identidades, extorsión a ciudadanos y empresas, sobornos y amenazas al sistema judicial para lograr veredictos favorables a quiénes pagan por ello, cobro compulsivo de vacunas, ejercicio del sicariato para asesinar y desaparecer a personas, espionaje ilegal de la vida privada de los ciudadanos, la sistemática práctica de mentir, falsear y ocultar la verdad a los ciudadanos, la complicidad institucional para delitos de diverso orden y ulterior protección de los delincuentes- el pollo Carvajal, por ejemplo-, permitir el uso ilegal de los activos de la Nación para usufructos personales y delinquir, y pare usted de contar. Si observamos esos parámetros con base en los cuales se considera un estado gobernado por facinerosos, el venezolano parece cumplir con creces los requisitos. Además de ello, el país padece una profunda crisis -sistémica, más allá de lo económico-, la posibilidad de un estallido social -como consecuencia del descontento y del hartazgo ciudadano-, y la constatación de un clima generalizado de corrupción política e institucional; estas circunstancias, sin dudas, constituyen elementos suficientes para que al Estado  se le aplique tal calificativo. Definitivamente, de este desgobierno corrupto e incapaz  lo más que podemos esperar los ciudadanos es una caótica administración de la mediocridad y decadencia  que le ha impuesto al país.

Los gobiernos de Chávez y Maduro han hecho y hacen cosas que sólo pueden provenir de gente sin escrúpulos ni ética: la farsa sobre supuestas agresiones imperiales y la guerra económica, la matanza, represión y encarcelamiento a ciudadanos y  estudiantes, el anuncio de falsos intentos de magnicidios y conspiraciones, la ilegalidad de los procesos judiciales que se le siguen a prominentes figuras de la oposición, la aplicación selectiva y discriminadora de la Constitución Política del Estado, el peculado de uso y explotación de los bienes de la Nación, la persecución política y judicial a los opositores, la sumisión del poder judicial al ejecutivo, los proverbiales negocios ilegales de encumbrados capitostes del régimen y sus familias y muchas cosas más hacen pertinente que nos preguntemos: ¿qué hacer ante este Estado "gángster"?

La respuesta más inmediata:  No olvidar que apaciguar la agresión y el mal es allanar el camino para más agresión y aún generar más mal con el transcurso del tiempo. Hay que rechazar con todo vigor al régimen, su funcionariado y sus prácticas delictivas. Hay que manifestar públicamente nuestro descontento con acciones de calle y simultáneamente exigir la realización del Referendo Revocatorio; y finalmente, salir todos a votar, persuadidos de la fuerte irrupción en nuestro talante individual de una alternativa de cambio real -como se constata en las encuestas de opinión- y  actuar con determinación, convencidos de la fuerza inconmensurable que tiene nuestro voluntad redentora para cambiar el destino de la Nación.


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GUERRA, NEGOCIACIÓN ....O NADA

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                    LUIS VICENTE LEÓN

EL UNIVERSAL

Tienen razón quienes indican que el Referendo Revocatorio es un derecho constitucional que el gobierno está obligado a cumplir, sin negociación y sin guerra. En un país democrático, eso ocurriría así. Pero este análisis teórico, bonito y reconfortante, hace cortocircuito con la realidad venezolana cuando las instituciones que pueden abrir la puerta al referéndum y permitir que deje de ser energía potencial (el derecho) para ser energía cinética (la acción) están tomadas por el gobierno y responden más a la revolución que a la Constitución. En este caso, hablar del derecho al referendo es importante para justificar su legitimidad y las acciones para defender el derecho, pero es inútil como instrumento directo para lograrlo. La batalla por ejercer ese derecho ya no es jurídica. Es una batalla política y la posibilidad de ganar no depende sólo de tener o no la razón, sino de conseguir quien te la dé. De tener la capacidad de presionar políticamente a que se cumpla ese derecho.
No voy a discutir aquí los temas de justicia, porque son evidentes. Por supuesto que no poder ejercer un derecho constitucional es, por definición, injusto, pero lo que queda claro es que los afectados o violados sólo tienen dos posibilidades de acción cuando las rutas institucionales están cerradas: 1) ir a la batalla para defender los derechos por la fuerza del pueblo y obligar al violador a cumplir o 2) reconocer que su capacidad de presión no es suficiente para ganar la batalla y que su adversario es quien tiene la fuerza bruta o, algo aún más sofisticado: darse cuenta que la vía de la guerra es infinitamente más costosa para el país, para el pueblo y para ellos porque, aún ganando, los deja en una situación crítica de inestabilidad futura, ya que su adversario quedaría del otro lado, con plata, armas, fuerza y rabia, listo para desestabilizarlos tan pronto tengan que tomar las decisiones racionales necesarias para rescatar los equilibrios económicos vitales, pero muy costosas políticamente.
Quienes piensan en la vía de la guerra, necesitan responder algunas preguntas como: ¿Quién es el líder? ¿Con qué recursos van a la batalla? ¿Con qué armas? ¿Con qué plata? ¿Cuáles son los vínculos militares que impiden  que cachicamo trabaje para lapa?
La otra es reconocer que no hay forma de ganar sin negociar. Que pese a que tienen la razón, no les queda más remedio que sentarse con su adversario a buscar algunas aperturas a la democracia, que ayuden en el futuro, pero que no significan el cambio deseado en el corto plazo, ni la posibilidad efectiva de obtener el referendo en el período adecuado y conveniente. Es canjear ese referendo por elementos menos rápidos aunque efectivos, como una reforma constitucional que devuelva la decencia a las instituciones y a la democracia. Un recorte, por ejemplo, del período presidencial, la liberación de los presos políticos, la renovación de las instituciones. Nada de esto es simple, ni seguro y está sujeto a que los engañen y les incumplan, algo cotidiano por estos lados.
Pero este dilema entre la guerra y la negociación se complica aún más si le agregamos una tercera opción. La posibilidad de que los pros y los contras fracturen y dividan irremediablemente a la oposición, con lo que ninguna de las dos fuerzas pueda cumplir exitosamente su objetivo y en el camino se colee una posibilidad que mi esposa, mis amigos y algunos colegas serios, pero con gusto reciente por las apuestas, ven como imposible: que no pase nada y que simplemente el gobierno surfee, con crisis y todo, con violaciones y todo, con rechazo internacional y todo, hasta el año que viene o más, sin negociar ni pelear.  Sin comentarios.
luisvicenteleon@gmail.com

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EL CLUB DEL SUICIDIO

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          CARLOS RAUL HERNANDEZ

EL UNIVERSAL

Tal como personas, algunas sociedades se suicidan y las que no logran morir, pueden quedar malogradas por siglos. La teoría del progreso promueve un optimismo del futuro basado en que el mundo cada día mejorará; pero la marcha de la Historia evidencia la relatividad de esta idea, sin recalar en las concepciones reaccionarias que pregonan, a la manera de Manrique, que todo tiempo pasado fue mejor. Argentina llegó a ser en los 40 la potencia mundial que rivalizaría con EEUU, y ya vemos lo que le hizo Perón. España, luego de que en su imperio nunca se pusiera el sol, terminó en un pobre país de lazarillos, buscones, nobles arruinados, militares y rezanderas -lo salvaron para la posteridad Cervantes, Calderón y los grandes poetas del siglo de Oro- mientras la minúscula Inglaterra de Isabel se apropió del mundo.
Luego de la Independencia, EEUU era un paisito de dudoso futuro, cuyo modelo político daba risa, y a nadie se le podía ocurrir que llegara a ser lo que es hoy (como si alguien profetizara que la gran potencia del próximo siglo será Honduras). Venezuela tuvo la democracia modelo, la mayor velocidad de modernización en Latinoamérica y en 1989 comenzó a corregir sus taras de centralismo e hiper-estatismo. Con el descomunal ingreso petrolero, hoy podría tener aceras mecánicas como Dubai, y una beca cada ciudadano, pero sus élites dirigentes destrozaron eso para construir un mundo mejor. Esas élites odiaban a dos partidos plebeyos de clases medias provincianas, maleducadas -los costumbristas del momento los ridiculizaban constantemente- y decidieron aniquilarlos y cambiarlos aunque fuera por la incertidumbre. Entronizado Chávez, los errores en la conducción política de sus adversarios lo atornillaron hasta la muerte.

Por favor, mide la puerta
Si hubiera enfrentado ofensivas menos chaladas, sería un accidente ya de lejana recordación. La nunca suficientemente encarecida Bárbara Tuch-man, en su monumental, sabia, enciclopédica obra, La marcha de la locura, estudia desde la Guerra de Troya hasta Vietnam y concluye que la historia política es narrativa de una confrontación entre dos grupos de descolgados y quien gana se lo debe a la suerte. Troya enclavada en Turquía, visto hoy, era un enclave estratégico para la expansión de la cultura occidental al Asia Menor, la irrupción de Grecia al mundo bárbaro que modificaría sus costumbres. Por ese camino abierto en el triunfo griego entraron los posteriores Platón y Aristóteles, y también San Pablo. Derrotados Agamenón y Menelao, Ulises hace la estratagema del caballo, pero con el detalle de que no se les ocurrió medir la altura de las puertas de la ciudad.
El monigote no cabía y no podía entrar. Contra los gritos desesperados de su hija, la profetiza Casandra, el Rey manda a derribar los dinteles de la puerta para recibir el caballo. Ya sabemos qué ocurrió: por fortuna la necedad de no medir las puertas le ganó a la de derribarlas. Pero en otros momentos se ha impuesto la cordura. La Unión Soviética y EEUU convivieron en tensión por décadas y la lucha por el control del mundo se libraba a través de la Guerra Fría, en síntesis, que se aniquilaran los africanos, asiáticos y latinoamericanos entre ellos, y las dos potencias, en un sistema de concesiones mutuas, los dotaban de armamento y miraban. Los mexicanos estuvieron diez años matándose hasta que lograr un acuerdo (tal vez la Constitución de Querétaro y luego la creación del partido) de procesar y arreglarse sin plomo, salvo para los que pretendían reelegirse en la Presidencia.
Lady D ofendida
Países tan pequeños como Nicaragua y El Salvador, despanzurrados por la violencia guerrillera, al final se acordaron internamente. Ojalá Venezuela lograra evitar los terribles males que Casandra anuncia, pero la torpeza y la sordera de facción parecen no dar espacio al optimismo. La comunidad internacional clama porque dialoguen las fuerzas en pugna y éstas no lo hacen precisamente por las razones que obligarían a hacerlo. Cada una pretende aplastar a la otra y no puede, y ahora el único refugio que queda es la FAN, traída por el gobierno como un muchacho cobarde busca a papá. En vez de diálogo, el gobierno responde con la propuesta de ilegalizar a la oposición y con un dictamen estilo comunista cubano para que los trabajadores públicos ahora sean agricultores. Y pese a los anuncios nadie se ha tomado la molestia de invitar a la Iglesia como mediadora.
Uno tendría derecho a llorar por la carencia de Rómulo Betancourt, cuya certeza política hizo posible la democracia. El padre del gobierno civil accedió a abandonar el país en 1948 a petición de los militares, para evitar el cuartelazo, pero Gallegos, despistado e ingenuo, se negó orgullosamente a “la imposición” y lo tumbaron, aunque con mucha dignidad, eso sí. Tan pintoresca como las ocurrencias de Juan Primito fue la explicación de su negativa al diálogo: no podría verle la cara a Teotiste -su mujer- después de negociar “con la barbarie”, pero los venezolanos tuvieron que verle la cara a la barbarie diez años. Betancourt volvió a demostrar su genialidad diez años después, cuando en 1958 en vez de arremeter a Caldera y Villalba, los líderes civiles del golpe contra Gallegos, los convence de aliarse y entrar a su gobierno. Nunca se asqueó de dialogar y negociar con adversarios y los convirtió en aliados.
@CarlosRaulHer

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“¡Planta parada, planta tomada!”, ha repetido este año el presidente Nicolás Maduro en clara demostración de que sigue vigente la política de estatizaciones, expropiaciones y confiscaciones de bienes privados que inició su antecesor, Hugo Chávez, y que entre 2005 y 2015 registra 110.974 violaciones de la propiedad privada, según el Observatorio de Propiedad Privada, de Cedice Libertad.
La data del observatorio indica que fue el año pasado cuando hubo más actuaciones contrarias a los bienes de terceros. De los 110.974, 107.954 ocurrieron en 2015: 9 expropiaciones, 14 regulaciones confiscatorias, 96 invasiones, 219 ocupaciones e intervenciones, 296 decomisos de mercancía, 28.000 cierres de empresas y 65.433 fiscalizaciones. Además, se impusieron 13.887 multas.
La socióloga Isabel Pereira, directiva del observatorio, recordó que así como el año pasado, en la última década el gobierno se valió de varias vías para atropellar los bienes privados de manera directa e indirecta. “Hay casos de violaciones cometidas por particulares, pero que fueron promovidas por el gobierno”.
El abogado Luis Alfonso Herrera, investigador de Cedice, recordó que las afectaciones se iniciaron con la intervención de grandes extensiones de tierras y luego la ocupación de industrias de varias áreas, así como la toma de edificios, entre otras.
“Han sido violaciones sistemáticas, generalizadas, conscientes y propias del proyecto político socialista que no han traído ningún beneficio para el país, sino grandes costos económicos, sociales y jurídicos”, agregó.
La economista Bárbara Lira, coautora del libro Gestión en rojo, en el que se analizan 16 casos de empresas expropiadas y creadas por el gobierno entre 2007 y 2011, también cree que las intervenciones han traído pérdidas al país. “Los resultados de esta política deben evaluarse con base en los objetivos que se plantearon. En el caso de las expropiaciones el gobierno dijo que buscaba lograr entre otras cosas el desarrollo endógeno, la estabilidad laboral y la soberanía agroalimentaria, y la verdad es que no nos está yendo mejor en ninguno de esos aspectos”.
El fracaso de las expropiaciones ha sido admitido incluso por dirigentes del mismo partido político del presidente Maduro. “En el pasado tomamos algunas medidas como expropiación de algunas empresas que, lamentablemente, o no las hicimos productivas o fracasaron en nuestras manos”, dijo el jefe del Comando Central Nacional de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción, Freddy Bernal, en un programa de televisión transmitido el 3 de julio.
Dos semanas después el ministro de Comercio Exterior, Jesús Faría, manifestó en otro programa de televisión que algunas empresas que ha tomado el gobierno han sido exitosas y otras no. Sin embargo, aseguró que no por los fracasos que han tenido van a dejar de tomar las empresas que se paren.

Poca confianza
 Lira señaló que la política de intervenciones de la propiedad ha sido muy costosa para el país, pues el gobierno ha tenido que erogar grandes sumas de dinero para pagarle a los propietarios de algunas plantas con las que se llegó a acuerdos y para indemnizar a otras empresas que han demandado al país ante organismos internacionales porque les quitaron sus propiedades arbitrariamente.
Solo entre 2007 y 2011 el gobierno gastó en grandes casos de estatización de empresas 23,2 millardos de dólares, afirmó. Precisó que entre los pagos acordados destacan el de la nacionalización de Sidor, que ascendió a 1,97 millardos de dólares; y el del Banco de Venezuela, que alcanzó 1,05 millardos de dólares.
“Esta ha sido una política costosa en términos financieros y sobre todo en términos de generación de confianza. Las personas dudan en invertir por temor a que de un momento a otro puedan perder lo que les pertenece”, dijo. Agregó que la falta de confianza para nuevas inversiones, sumada a la dificultad de las empresas del Estado para aumentar su producción, han incidido en las fallas de abastecimiento que se registran en el país.
Herrera indicó: “Con estas acciones el gobierno solo condujo a una destrucción de los medios de producción. Empresas que se encontraban operativas cuando estaban en manos de privados, hoy no están trabajando”.
Cifras publicadas en las Memoria y Cuenta de los ministerios de Agricultura y Tierras e Industrias respaldan las observaciones de los especialistas. Los reportes muestran que la mayoría de las empresas expropiadas y adquiridas por el gobierno tienen una producción por debajo de las metas que se plantean, entre otras cosas por dificultades de acceso a la materia prima y por la falta de recursos financieros para las operaciones.
La empresa de Invepal, por ejemplo, una de las primeras expropiadas por Hugo Chávez, programó producir 10.938 toneladas métricas de papel bond en 2015. Sin embargo, al cierre del año pasado apenas logró fabricar 1.395 toneladas métricas; es decir, solo ejecutó 13% de lo previsto. Una situación similar presentan Lácteos Los Andes e Industrias Diana, que fueron compradas por el gobierno en 2008. 

Ley para resarcir daños
Investigadores de Cedice Libertad, así como de las asociaciones civiles Liderazgo y Visión y Un Estado de Derecho, elaboraron un anteproyecto de Ley Especial de Restitución y Garantía de la Propiedad Privada que discuten diputados de la Comisión de Finanzas y Desarrollo Económico de la Asamblea Nacional para su posible promulgación.
El abogado Luis Alfonso Herrera, uno de los autores de la normativa,  precisó que el texto consta de 19 artículos con los que se busca que se reconozca e indemnice a las personas a las que el gobierno les ha vulnerado los derechos de propiedad desde hace más de una década.
Agregó que para evitar que se sigan cometiendo  violaciones, el anteproyecto de ley también contempla la derogación de otras normativas que a través de varios mecanismos permiten e incentivan los atropellos contra la propiedad privada. “La finalidad es eliminar o depurar el ordenamiento jurídico de las bases legales que le permiten al gobierno cometer estas violaciones. Los diputados están midiendo el impacto económico del anteproyecto para llevarlo luego a plenaria”.

296 ataques a la propiedad se registraron por día el año pasado, de acuerdo con el Observatorio de Propiedad Privada.

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ESTAMPIDAS A CÚCUTA

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        TULIO HERNANDEZ

EL NACIONAL

Cúcuta, y en su conjunto el Norte de Santander, han sido una referencia constante y fundamental para la vida de su contraparte de este lado, el estado Táchira. Y, sin exagerarlo mucho, incluso para el resto de Venezuela. Comenzando por el hecho de que fue en este departamento, en la población de Ocaña, donde nació Francisco de Paula Santander, la contrafigura histórica de Bolívar en los escarceos de la Gran Colombia.
Por el Norte de Santander, como bien lo ha contado Ramón J. Velásquez en su prólogo a Los alemanes en el Táchira vino el know how del cultivo del café que, junto a la operación importadora de los alemanes y el financiamiento de los corsos, hizo del Táchira el gran emporio cafetalero del siglo XIX.
A Cúcuta, a finales del XIX, se fue Cipriano Castro, a apertrecharse, armar tropas y partido cuando decidió invadir a Caracas para hacerse de la Presidencia de la República. En Santander del Norte, en los años 20 del siglo pasado, como lo cuenta en su breve Autobiografía Leonardo Ruiz Pineda, igualmente encontraron refugio cerca de 20.000 tachirenses que huían de la persecución de Eustoquio Gómez, el sangriento presidente de estado y primo del dictador.
Y a la inversa, el Táchira fue el destino obligado en las décadas siguientes de miles de colombianos que huían de la violencia política que cobró fuerza, de aquel lado, desde los años 30 y 40 del siglo XX. Entre esa inmigración vendrían muchos maestros que contribuyeron a crear la educación privada en la región.
En Cúcuta, en la tercera década, cursó estudios de secundaria el joven Marcos Evangelista Pérez Jiménez, antes de regresar a Venezuela a inscribirse en la Escuela Militar y hacerse luego presidente también por vía de las armas. 
Cuando el dólar era barato y los bolívares se multiplicaban en pesos, por Cúcuta pasaron durante décadas millones de venezolanos a comprar ropa, alimentos, medicinas, cosméticos y orgasmos. Viajar a Cúcuta, cuando éramos niños, en los años sesenta, era para la generación de tachirenses a la que pertenezco una suerte de bálsamo confirmatorio de lo bien que estábamos económicamente los venezolanos y lo mal que estaban los colombianos. Las calles de tierra aledañas al mercado municipal, las del centro llenas de mendigos y la presión de los padres para que nos cuidáramos de los arrebatones de los carteristas, eran una inequívoca señal de pobreza.
En el presente es al revés, viajar a Cúcuta es la verificación de cuánto nos hemos empobrecido en casa y cuánto han progresado los vecinos. Los contrastes inversos son abrumadores. La llegada a Colombia se hace en Venezuela por la misma avenida estrecha de hace sesenta años, mientras que para entrar a Cúcuta, ya en suelo colombiano, se dispone de una amplia, moderna y fluida autopista. La ciudad se llenó de centros comerciales, grandes avenidas, tiendas de diseño, casinos y una sensación de seguridad que nada tiene que ver con el pasado.
Pero las estampidas de lado y lado continúan. Las dos últimas son reveladoras del tipo de modelo político y económico que ha secuestrado al país de este lado del río. La primera dirigida por el gobernador Vielma Mora, el Eustoquio Gómez del presente, fue la expulsión, por la fuerza, en el más puro estilo fascista, con destrucción de viviendas y robo de enseres incluidos, de casi un millar de colombianos que residían en Venezuela. La segunda, ocurrida hace 2 semanas, la peregrinación masiva de venezolanos, se calcula que 30.000 por día aproximadamente, a la búsqueda desesperada de alimentos y cosméticos que en Venezuela no se consiguen. La prensa internacional se dio un banquete fotográfico con el éxodo exprés.
En ambos casos, el gobierno colombiano y organismos como la Cruz Roja tuvieron que habilitar campamentos de emergencia y operativos de apoyo para impedir que las movilizaciones terminaran en catástrofe. Hubo una diferencia notoria: mientras los policías colombianos ayudaban a las mujeres venezolanas a transportar sus productos, al llegar a la aduana de este lado, uno que otro policía venezolano les arrebataba alguno. La vida te da sorpresas.

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Mauricio Macri: “En Venezuela hay una violación absoluta de los derechos humanos”

La Nación | Argentina 31 de julio 2016    

   Macri aseguró estar “muy tranquilo” sobre su declaración jurada | Foto EFE                  

En medio de las ajetreadas 20 horas que pasó en Perú, a propósito de la toma de mando del presidente Pedro Pablo Kuczynski, el mandatario de Argentina, Mauricio Macri, abrió un espacio para hablar del país que conduce desde hace casi ocho meses, de las críticas recibidas, de las metas por alcanzar y de la posición de su nación en el ámbito regional y mundial.
-Al poco tiempo de asumir dijo: “Argentina era como un avión que iba a estrellarse" ¿Cree usted que ya estabilizó la nave?
-Sí, la hemos estabilizado y siento que comenzamos a remontar vuelo leeeentamente (arrastra la Œe) a la vez que intentamos reparar los instrumentales. Lamentablemente, la década anterior utilizó como herramienta la mentira y la destrucción de las estadísticas.
-Usted insiste en la herencia recibida del kirchnerismo. ¿Tan apocalíptica ha sido o es un modo de blindarse y pedir tiempo?
-Fue muy mala esta herencia. No solo de mentira, sino también de corrupción.
Dañó mucho. El Instituto Nacional de Estadística y Censos era muy respetado a nivel mundial y perdió todo su rigor. Se ocultaron la inflación y la pobreza, y eso se expandió a las cifras de avance del narcotráfico y de la inseguridad y las evaluaciones de la calidad educativa. Yo me he comprometido a construir un país basado en la verdad. Como presidente le voy a decir siempre la verdad a los argentinos y espero que se la digan entre ellos. Desde ahí se construye la confianza y se empieza a crecer.
-¿Hasta cuándo durarán las ³tremendas medidas de sinceramiento de la economía², como usted las ha calificado?
-Creo que ya hemos recorrido la parte más fea del proceso. Las tarifas de servicios públicos que hemos fijado no llegan a ser todavía los costos totales que tiene la energía en Argentina, pero ya hemos recuperado una gran parte.
-¿Cuánto le preocupan las protestas en las calles por los "tarifazos" y la generación de empleo?
‹Insisto en que lo más feo ya ha pasado. Estamos en un punto desde el cual podemos empezar a caminar porque con un país que regala energía no hay futuro. En cuanto a la generación de empleo, es nuestra principal obsesión.
Tenemos que reducir la pobreza y ello se logra creando empleo de calidad.
-¿Ve usted entonces con optimismo lo que viene?
‹Se ha hecho mucho daño, pero los argentinos estamos con muchas ganas de salir adelante. Contamos además con valiosos recursos naturales para ello.
Tenemos que generar confianza entre nosotros y con el mundo con reglas de juego claras, con estabilidad y previsibilidad.
-¿El involucramiento en el escándalo de los Panama Papers ha mellado su imagen pública?
No. A mí ya me conocen bastante. Desde mi presidencia en Boca Juniors ya estaba en las casas de la gente todos los días. Después, como alcalde de Buenos Aires y ahora como gobernante nunca he buscado nada extraño y siempre me he dedicado a la política con una intención sana. Puede haber gente que piense que mis ideas no son las correctas, pero de mi intencionalidad no se puede dudar.
-A partir de un reciente convenio para usar una base de datos, la ex presidente advierte de la creación de un ³Estado policíaco² en Argentina que quiere vigilar y controlar a los ciudadanos...
-Es absurdo. La Administración Nacional de la Seguridad Social firmó 60 convenios en los últimos 3 años, antes de que llegásemos nosotros. No nos metemos en la vida privada de la gente, se trata de una identificación de quiénes son, dónde viven y qué hacen los ciudadanos para comunicarnos con ellos de manera directa y poner a disposición los servicios que presta el Estado. No hacemos política con esa información.
-¿Y qué responde cuando Cristina Fernández habla de que hay una persecución política y judicial en su contra?
-El tiempo es uno solo y siempre he pensado que lo mejor es utilizarlo para crear y construir. Lo mismo aplico hoy como presidente; es decir, no pierdo un minuto de mi tiempo en perseguir cuestiones del pasado. La ex presidente, como todos y como yo cuando tuve que hacerlo con los Panama Papers, tiene que rendir cuentas de lo hecho y eso está haciendo ante la justicia, no ante el gobierno nacional.
-¿No hay persecución entonces?
-En absoluto. Es más, en Argentina nunca hubo tanta distancia entre el Poder Ejecutivo y el Poder Judicial como desde hace ocho meses.
-¿Diría usted que Argentina ya ha vuelto al mundo, como prometió?
Estamos muy satisfechos y contentos. Sistemáticamente hemos recibido visitas importantes como las de los presidentes Obama, Hollande y Peña Nieto, o la del primer ministro italiano Renzi. Creo que el mundo reconoce que Argentina tiene un papel importante.
-La oposición en Venezuela esperaba una postura más firme de su país con respecto a lo que allí ocurre.
Eso fue antes de la reunión de la OEA. Luego hemos recibido mensajes de agradecimiento por nuestra postura.
-¿Y las críticas hacia usted de opositores como María Corina Machado o Ramos Allup?
‹Entiendo que el estado de desesperación en que están en Venezuela puede llevar a malas interpretaciones. La posición de Argentina sobre Venezuela sigue siendo la misma.
-¿Cuál es?
‹Lo que allí sucede es inaceptable. Es la violación absoluta de los derechos humanos. Hay presos políticos, existe desabastecimiento, eso es algo con lo que no se puede convivir.
-¿Por qué el Mercosur está tan venido a menos?
‹En el Mercosur afrontamos una serie de conflictos. La situación interna de Brasil, que creo se resolverá pronto, y los problemas de Venezuela. Pero yo apuesto por dinamizar de nuevo el Mercosur y converger con la Alianza del Pacífico.
-¿Un bloque en el cual Argentina tiene interés en participar?
‹Fui como observador a la última reunión para manifestar mi respeto e interés por todo lo que ha logrado. Creo que fortalecer el Mercosur supone tener como prioridad converger con la Alianza del Pacífico integrada por Perú, Chile, Colombia y México.
-¿Cómo reforzar las relaciones entre Argentina y Perú?
Yo digo que hay una enorme diferencia entre la relación afectiva histórica que tienen ambos países y la relación de intercambio comercial. La tercera comunidad de migrantes en Argentina es la peruana y, sin embargo, tenemos una bajísima interrelación comercial.
-¿Pudo hablar de ello con el presidente Kuczynski?
Así es, y quedamos en que los cancilleres y sus equipos se reúnan a la brevedad para ver qué ámbitos de intercambio reforzar y, sobre todo, el trabajo común en la lucha contra el narcotráfico.
 

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NI UNA IDEA SIQUIERA

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                    ELIAS PINO ITURRIETA

EL NACIONAL

¿Cómo responder a las intervenciones de los voceros del régimen que más espacio ocupan ante la opinión pública? ¿Existe la posibilidad de un intercambio de puntos de vista, a través del cual se llegue a desenlaces concretos y cercanos de los problemas que nos agobian? Si partimos de la ausencia de ideas que caracteriza el discurso de los más asiduos de ellos, que pareciera hecha a propósito para que no exista la alternativa de una respuesta sensata, de una reacción capaz de conducir a un intercambio digno de atención, la conclusión es una y única: no hay posibilidad de ponerse a conversar. Lo curioso del asunto radica en el hecho de que ellos solicitan un diálogo, que no dejan de llamarlo todos los días, pero no ofrecen ni un gramo de material para que se haga. Han buscado a unas figuras foráneas para que se ocupen del asunto, para que avalen las supuestas intenciones que tienen de salir del atolladero mediante un acercamiento a los rivales, pero las bombardean a mansalva desde los discursos en cuyo contenido no se puede observar la presencia de un solo argumento digno de tal nombre.
El asunto de la negación del referéndum revocatorio destaca en este sentido, según lo presentan unas figuras como Diosdado Cabello y Jorge Rodríguez. Lo niegan a rajatabla, pero apenas acompañan la negativa con una manifestación de voluntad alrededor de la cual no son capaces de ofrecer un solo punto de vista sobre el cual valga la pena detenerse. No habrá revocatorio ni ahora ni en el año venidero, asegura Cabello, pero no explica el motivo. A veces se atreve a decir que es un problema de tiempo, como si no existieran un calendario evidente para llevarlo a cabo y la diligencia de quienes lo solicitan, pero nadie lo saca de esa estrechez que no permite el movimiento de un razonamiento mínimo. Lo mismo dice Rodríguez, quien se propone como la llave del almanaque y como el dueño del candado electoral  sin ocuparse de anunciarnos los motivos de semejante atribución, sin mostrar las razones que lo han convertido en portero de la voluntad popular. 
Hay un par de responsables, que son ellos, los custodios de la pulcritud cívica, y una cáfila de irresponsables, que somos los solicitantes del referéndum. Ese el fundamento de la postura oficialista, de acuerdo a como la presentan ellos ante los ojos del mundo todos los días. ¿Por qué? No se molestan en explicaciones, apenas se limitan a la proposición de unos escollos que son el producto de su torcida fantasía, a la sugerencia de unos valladares pavorosos y monstruosos que no encuentran asidero en la realidad. Fabrican de manera artificial su realidad para oponerla a un proyecto no solo apoyado en la legalidad sino también en el sentido común. El predicamento de las denuncias de Rodríguez, relacionadas con la comisión de delitos durante la realización del primer capítulo del revocatorio, destaca en este sentido. Ante la falta de sustento que tiene su postura, lo ha querido encontrar en los delitos de la sociedad que ha trabajado para buscar la salida pacífica de Nicolás Maduro. Ha promovido una operación de descrédito que involucra a la mayoría de la sociedad, a la cual presenta como una congregación de maleantes dedicados a la trampa, al cohecho y a la vagabundería. Con el consentimiento de los votantes, un elenco de delincuentes ha falseado los resultados de la primera fase del referéndum y pretende continuar su macabro plan, predica como evangelista medieval. Menos mal que líderes honestos y equilibrados, arcángeles de la decencia  como él y como Cabello, le han salido al paso a la atrocidad.
Ni siquiera se detienen en el hecho de que semejante postura deja mal parado al CNE, en cuyas narices supuestamente se lleva a cabo una conjura masiva contra la las leyes o contra el almanaque de la ortodoxia cívica; o quizá saben que cuentan con las rectoras a la hora de profundizar un ataque sin fundamento  contra las instituciones y contra las salidas democráticas.  Gravísimo todo, no solo por la indigencia de los argumentos, sino también por el interés que ponen en repetirlos como si fueran artículos de una fe mancillada ante los cuales no queda más remedio que pedir la absolución. Porque, ¿cómo se contestan sin ponerse en la misma escala de pobreza, de ceguera, de hermetismo  y vacío?

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